
La Guerra de los Seis Días (1967)
La Guerra de los Seis Días, librada entre el 5 y el 10 de junio de 1967, fue un conflicto armado que enfrentó a Israel contra Egipto, Jordania y Siria, y que transformó radicalmente el panorama político del Medio Oriente. Las tensiones previas al conflicto escalaron rápidamente cuando Egipto, bajo el mando de Gamal Abdel Nasser, movilizó tropas en la península del Sinaí, exigió la retirada de las fuerzas de paz de la ONU y bloqueó el acceso israelí al Golfo de Aqaba cerrando el estratégico estrecho de Tirán, lo cual fue interpretado por Israel como un acto de guerra. Al sumar las amenazas militares de Siria y Jordania, que firmaron pactos de defensa con Egipto, Israel decidió lanzar un ataque preventivo que comenzó con un devastador bombardeo aéreo que destruyó gran parte de la aviación egipcia. En tan solo seis días, Israel logró una contundente victoria militar y ocupó territorios clave: la península del Sinaí y la Franja de Gaza al sur, Cisjordania y Jerusalén Este en el centro, y los Altos del Golán al norte. Esta expansión territorial consolidó el poder militar de Israel, pero también desencadenó profundas consecuencias para la población palestina, incluyendo un nuevo éxodo de más de 280.000 personas —conocido como la Naksa—, la imposición de un control militar estricto, la expansión de asentamientos israelíes en territorios ocupados y una creciente restricción de derechos y libertades. La comunidad internacional reaccionó con la Resolución 242 del Consejo de Seguridad de la ONU, que pedía la retirada de Israel de los territorios ocupados y el reconocimiento del derecho de todos los Estados de la región a vivir en paz. Sin embargo, la falta de una solución definitiva, el continuo crecimiento de asentamientos y la situación humanitaria en los territorios ocupados han perpetuado un conflicto que, más de cinco décadas después, sigue siendo uno de los más complejos e irresueltos del escenario internacional