Consecuencias Políticas
Las guerras del Sinaí (1956) y de los Seis Días (1967) tuvieron profundas consecuencias políticas que reconfiguraron la dinámica del conflicto árabe-israelí y transformaron la causa palestina en un eje central de la política regional e internacional. Tras la contundente derrota árabe en 1967 y la ocupación israelí de territorios palestinos como Gaza, Cisjordania y Jerusalén Este, el nacionalismo palestino adquirió mayor fuerza, impulsando la consolidación de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) como principal actor político y militar de la resistencia palestina. Esta situación generó un vacío de soberanía en los territorios ocupados, lo que favoreció la organización, radicalización y legitimación de la OLP como representante del pueblo palestino, ganando reconocimiento en foros internacionales. En respuesta a la nueva realidad geopolítica, la ONU emitió la Resolución 242, que sentó las bases para futuras negociaciones al exigir la retirada de Israel de los territorios ocupados y promover el reconocimiento mutuo entre Estados. Paralelamente, la diplomacia árabe, aún sacudida por la derrota, adoptó una postura intransigente en la Conferencia de Jartum de 1967 con la fórmula de los "tres noes": no a la paz, no al reconocimiento de Israel y no a negociaciones, lo que obstaculizó los esfuerzos diplomáticos inmediatos

. En el plano internacional, el conflicto quedó fuertemente polarizado por el contexto de la Guerra Fría: la Unión Soviética y el bloque socialista respaldaron a los Estados árabes y a la OLP, mientras que Estados Unidos y sus aliados occidentales fortalecieron su apoyo a Israel, consolidando un eje de confrontación ideológica y estratégica en la región. A pesar de no contar con un Estado formalmente reconocido, Palestina comenzó a obtener un respaldo creciente en la comunidad internacional, especialmente en la Asamblea General de la ONU, donde muchas naciones apoyaron sus derechos y denunciaron la ocupación israelí. Así, ambas guerras no solo modificaron el equilibrio de poder en Medio Oriente, sino que también establecieron a la OLP como un actor central, redefinieron la diplomacia global en torno a Palestina y sentaron las bases del prolongado conflicto político y territorial que continúa vigente hasta hoy.
